Intemporalidad de la Coordinación Dimensional
De Construmatica
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No podemos dejar de mencionar que la coordinación dimensional no es una disciplina nueva, sino que siempre ha estado presente a lo largo de la historia
de la arquitectura, con una particular evidencia durante los periodos denominados
"clásicos", en los que los cánones de la belleza de la arquitectura surgían
precisamente de la coordinación dimensional que aporta la modulación de las
proporciones. Por lo tanto, reivindicar una mejora en la coordinación dimensional
de las obras actuales de edificación no es más que propugnar la continuidad
de una disciplina que ha formado parte del oficio histórico de la arquitectura
y la construcción.
Es oportuno recordar que no fue un problema técnico lo que impidió terminar una de las construcciones más emblemáticas descritas en la Biblia, la Torre de Babel, sino que el fracaso se debió a las dificultades de coordinación entre los distintos agentes que participaban en la obra. Es posible que la coordinación sea todavía el talón de Aquiles de toda buena construcción.
Entre nuestros arquitectos, un ejemplo interesante de coordinación dimensional se halla en la obra de Antoni Gaudí, que siempre ha sorprendido a los estudiosos por el estricto orden geométrico y dimensional que subyace tras sus originales y complejas construcciones. En la fase de proyecto, este orden facilitaba el control de las geometrías usadas por Gaudí; en la fase de obra, facilitaba la ejecución a los operarios, siempre a partir de sus habilidades artesanales.
En cambio, aunque pueda parecer contradictorio, geometrías compositivas
mucho más simples y repetitivas que las de Antoni Gaudí, como son las agrupaciones
de casas en hilera o los bloque de viviendas en altura, si no contemplan
la coordinación dimensional pueden dar lugar a procesos de ejecución
muy ineficientes (tiempos muertos, montones de mermas, uniones deficientes,
etc.), porque los pequeños errores dimensionales se amplifican debido al efecto multiplicador de la repetición.
A lo largo de la historia, el esfuerzo para lograr una coordinación dimensional tiene múltiples manifestaciones: en el Renacimiento, el trabajo de la piedra vista requería que una disciplina de coordinación muy específica, la estereotomía, asegurara el correcto funcionamiento estructural de la fábrica y, a la vez, una puesta en obra ágil. Así, las piezas llegaban cortadas con una precisión dimensional suficiente.
Otro ejemplo, muy diferente del anterior: la arquitectura popular de Mauritania
utiliza bóvedas modulares para cubrir locales de habitación. Esta modulación dimensional es la base de la composición de edificios más complejos, por agregaciones sucesivas.
Así pues, la composición formal de la arquitectura se ha basado, históricamente,
en la modulación estricta de las proporciones. Probablemente, esta conveniencia
se apoyaba en unas razones empíricas de raíz constructiva. A falta de
medios de cálculo, la experiencia demostraba que las construcciones con unas
determinadas proporciones eran más estables, más resistentes y también más
fáciles de ejecutar. La composición arquitectónica incorporaba al proceso de
proyectación formal estas proporciones "convenientes".
En las épocas más antiguas de la arquitectura, existía un problema muy importante motivado por la falta de un conocimiento geométrico suficiente de la realidad física: la dificultad para representar y transmitir fielmente las formas arquitectónicas ideadas por el proyectista. Por ello, las grandes arquitecturas históricas se trazaron y representaron sobre redes modulares que, como si fuesen una pauta de fondo, facilitaban al proyectista las tareas de orden compositivo que se hallan en el epicentro del proyecto arquitectónico. Algunas de estas tramas se consideraron "mejores" que otras, seguramente en función de la coincidencia de las proporciones resultantes con los cánones de belleza aceptados en cada momento histórico y de la estabilidad que aportaban al edificio.
Finalmente, esta pauta de coordinación modular aplicada a la representación gráfica se transmitía a los operarios en el momento de la construcción mediante la identificación del módulo base de coordinación con alguna de las medidas locales (pie, codo, metro, vara, etc.).
En este sentido, en los años 80 se descubrió una curiosidad interesante: en las
paredes del templo inacabado de Apolo, en Dídyma (Turquía), había dibujadas
muchas líneas auxiliares (rectas y segmentos de circunferencia) que eran usadas
como guía para cortar las piedras de las diferentes partes del templo. Las
dimensiones e intervalos de línea grabados en la pared eran transportados por
los canteros desde estos "planos" murales hasta el elemento concreto sobre el
que estaban trabajando.
En nuestros tiempos, la situación es algo diferente, puesto que prácticamente
todo el mundo, con contadas excepciones, emplea el sistema métrico decimal.
La parametrización geométrica de las formas arquitectónicas convencionales
está prácticamente resuelta por las matemáticas y se cuenta con un aliado
extraordinario, el ordenador. La belleza atribuida a priori a unas proporciones
dimensionales ya no es tampoco el único factor determinante de la "belleza"
compositiva resultante. No obstante, la corriente no se ha interrumpido y gran
parte de los arquitectos en activo todavía modulan, hábilmente y de forma
inconsciente, cuando han de dimensionar sus proyectos, porque fueron formados
en la disciplina de la estructura de muros de carga y han recibido el legado
de las Beaux Arts.
En unos momentos como los actuales, en que estos principios compositivos y las tecnologías constructivas asociadas a ellos están cayendo progresivamente en el desuso y el olvido, es imprescindible buscar nuevas formas y hábitos de coordinación dimensional que posean la misma eficiencia, aunque la estructura resistente del edificio sea de pórticos de gran luz.
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