Introducción. SIG: Infraestructura Básica para la Planificación y el Desarrollo de los Asentamientos
Nota: Este artículo ha sido creado gracias a la Ingenieros Sin Fronteras en el marco del Programa de Afiliados de la Construpedia. El contenido está disponible en el sitio web de Ingeniería Sin Fronteras
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Enormemente agradecido, acepté la invitación de los editores de la revista para escribir sobre la aplicación de los SIG en la elección del mejor lugar para establecer un asentamiento.
De mi experiencia mantengo un recuerdo formado en base a imágenes recortadas de un grupo de profesionales de diferentes ramas: dos administrativos, un sociólogo, dos médicos, dos enfermeras, dos economistas, cuatro ingenieros, un geodesta, dos biólogos, un geólogo, dos historiadores, dos juristas internacionales, un arquitecto, un meteorólogo y un moderador, al que en mi interior atribuí el título de pensador o filósofo.
Son imágenes de un equipo multidisciplinar, de información restringida sobre la mesa, de diferentes supuestos futuros, y de un trabajo que debía estar para ayer… Hasta ahí, casi todo normal, si no fuera porque esta historia nos reunía en torno a una mesa que tenía como objetivo diseñar un campo de acogida para cientos –tal vez miles– de desplazados.
Desconocíamos si sería, como prometían los responsables políticos y militares, una misión rápida, o más bien derivaría en una nueva Palestina, que desde 1956 funda generaciones arraigadas en ciudades de concentración.
Se planteó la mejor ubicación, cerca de lugares que nos permitieran abastecerles, estudiando los cultivos y el rendimiento agrícola del suelo, los cauces de los ríos, el clima.
Se barajó la posibilidad de que fuera un asentamiento temporal, de emergencia o la fundación de una nueva ciudad refugio. Se valoró en todo momento la capacidad de carga del entorno, del medio ambiente en el que se iba a intervenir, así como el coste material, ambiental y temporal, del mismo modo que se planteó la llegada escalonada o de golpe de cientos de personas que, esparcidas por el monte, las carreteras y las vías, buscaban un lugar más seguro.
Se diseñó, se planificó y se previó. Finalmente se contrastó con el mando militar, que desestimó dicha situación por ser un lugar estratégico.
Sobre el papel no lo habíamos hecho tan mal, excepto que en vez de los refugiados, en aquel lugar se ubicó un campamento militar, y el campo se localizó en un lugar de "menos riesgo", sobre una zona de cultivos, en el interior del país en conflicto.
Cada vez que estas imágenes sobrevuelan mi pensamiento, reafirmo la convicción de que la planificación y ordenación territorial no consiste en dibujar en solitario sobre un lienzo en blanco, sino todo lo contrario.
Es un trabajo en equipo que se desarrolla sobre un tejido de textura compleja y rugosa que no permite cualquier tratamiento, y nos obliga a reflexionar y conocer la capacidad, tanto del territorio que queremos ordenar como la propia para poder abarcarlo.
Aunque en esa historia pocos de los actores representaban a las administraciones públicas, todos actuaban para llenar el vacío dejado por los organismos internacionales. Eran cooperantes coordinándose en busca de la respuesta a un problema político, militar, social y territorial en un momento y en un país concreto.