Prácticas de Sostenibilidad en el Uso del Edificio
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- - - | NOTA: Este artículo ha sido creado gracias al Instituto de Tecnología de la Construcción de Cataluña - ITeC, el Col·legio de Arquitectos de Cataluña, el Colegio de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Barcelona y la Dirección General de Arquitectura y Paisage de la Generalitat de Catalunya, en el marco del Programa de Afiliados de la Construpedia. Pertenece a la publicación Prácticas de Sostenibilidad en la Edificación. Puedes descargar gratuitamente la publicación [PDF]. ¡Atención! Este artículo está sujeto a Derechos de Autor. © ITeC, 2005. |
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Prácticas de sostenibilidad en el uso del edificio
La compra verde
La dinámica de la sociedad actual dirige nuestras tendencias propiciando la estandarización de todo aquello que nos rodea. Compramos lo que se anuncia, aquello que ha sido objeto de una mejor campaña de ventas, o lo que, a primera vista, parece más económico. Estos parámetros no siempre acompañan la mejor elección. Los criterios para adquirir lo que necesitamos con un nivel de calidad aceptable y con un precio razonable parecen, a veces, difíciles de determinar.
En primer lugar deberíamos reflexionar sobre la necesidad real de comprar, ya que muchas veces cambiamos lo que tenemos para modernizarnos, sin que el producto de que disponemos haya llegado a la postre de la vida útil, sin haber hecho un esmerado mantenimiento o sin pensar en repararlo. Es preciso hacer el esfuerzo de analizar las características cualitativas de lo que se compra para no obviar aspectos tan importantes como el respeto al medio ambiente, el comercio justo y el ahorro económico real, a medio y a largo plazo. Puesto que la información que se utiliza como argumento de venta no siempre es clarificadora, es bueno recurrir a productos que tengan certificados reconocidos, como son las ISO 9000 (de calidad) y 14000 y/o EMAS (de medio ambiente), las etiquetas ecológicas, las etiquetas de eficiencia energética, etc.
Estos certificados y distintivos garantizan que los productos han sido fabricados bajo criterios de calidad y respeto medioambiental y que han sido verificados por organismos independientes.
Las principales etiquetas reglamentadas que actualmente existen son:
Estos sellos certificados no se deben confundir con los numerosos distintivos que se marcan en los productos con carácter informativo y que, habitualmente, sólo son argumentos de venta.
En suma, el objetivo fundamental de la compra verde es el consumo responsable, o sea, la adquisición sólo de aquellos productos que sean estrictamente necesarios y que favorezcan la sostenibilidad.
Recomendaciones para hacer una compra verde
Aparatos domésticos
Los aparatos domésticos son los grandes consumidores de energía de nuestros edificios. Por este motivo, es muy importante que a la hora de comprarlos nos aseguremos de la eficiencia energética de lo que compramos, ya que, a pesar de que en un primer momento decidirse por un electrodoméstico más eficiente suponga un incremento en el coste de compra, con el ahorro energético que obtendremos recuperaremos la inversión inicial muy pronto.
Para conocer la eficiencia nos hemos de fijar en la Etiqueta Energética que han de llevar según la normativa europea.
Los aparatos de bajo consumo además de ser más eficientes energéticamente tienen un menor consumo de agua.
Sistemas de calefacción y aire acondicionado
A la hora de elegir el tipo y sistema de calefacción o de aire acondicionado, es muy importante contar con el asesoramiento de un técnico que, primero, recomiende el sistema y después dimensione la instalación.
Es fundamental la elección del combustible que se utilizará; en este sentido, es necesario conocer qué afectación produce cada combustible sobre el medio ambiente.
La eficiencia energética del aparato escogido tendrá también una repercusión directa en el consumo.
Para zonas de climas suaves, una buena solución es la bomba de calor que combina la producción de frío al verano y calor al invierno. Escogido el sistema, es preciso encargar los trabajos para su instalación a una empresa especializada, registrada y homologada, que garantizará la instalación y aportará soluciones a las dudas que puedan surgir.
Es muy importante no olvidarse de colocar un termostato que permita controlar las temperaturas de servicio recomendadas: 20 °C en invierno y 25 °C en verano; para dormir, 17 °C en invierno y 27 °C en verano.
Los muebles
Para realizar una compra verde en el ámbito del mobiliario es preciso tener presente dos conceptos:
- Si es de madera, hay que saber como ha sido gestionada la producción de los bosques.
- Si es de madera aglomerada u otros materiales, es preciso conocer qué productos tóxicos pueden contener.
La única manera de saber si la madera viene de bosques de explotación forestal controlada y, por tanto, asegura la salud del ecosistema, es mediante la compra de madera certificada. El sello FSC (Forest Stewardship Council) pertenece a una asociación formada por representantes de la industria de la madera, propietarios forestales, grupos indígenas y las ONG, que certifica la producción sostenible de la madera.
Los aglomerados de madera pueden contener productos tóxicos como compuestos orgánicos volátiles (COVs), que se desprenden del material y pueden causar irritaciones en las vías respiratorias y alergias.
Otros materiales, como los organoclorados (PVC, CFCs…), pueden representar riesgos para la salud y el medio ambiente al utilizarlos, pero no podemos dejar de lado la toxicidad en el momento de la fabricación y como residuo.
Cuando elegimos los muebles, es preciso escoger los fabricantes que tengan certificaciones medioambientales (ISO y EMAS). También es preciso pedir qué tipo de protección llevan y elegir pinturas naturales, bases acuosas y aceites y ceras para proteger la madera.
La compra diaria
Puesto que son muchos y muy variados los productos que diariamente llegan a los edificios y a las viviendas es muy importante que la compra verde sea practicada de forma constante.
Los conceptos generales que tenemos que tener en cuenta son:
- Elegir los productos que estén certificados con ecoetiquetas (¡ojo con los logotipos!).
- Comprar productos locales, medida con la que se evitan los consumos que el transporte comporta.
- Elegir productos sin envases superfluos, a granel, o recargables, porque así se reduce el volumen de residuos y priorizar los envases de vidrio o el papel en vez del plástico o el metal.
Evitar productos agresivos para el medio ambiente, como cloros (lejías), fosfatos, salfumanes, limpiahornos, que impiden los procesos biológicos de depuración del agua, además de ser peligrosos para la salud, ya que son nocivos, irritantes y muchas veces altamente inflamables.
Debemos rechazar el consumo excesivo de bolsas de plástico e ir de compras con un cesto o un carro. Es preciso que hagamos de nuestra compra diaria un ejemplo de consumo responsable.
El uso del edificio
Uso responsable: optimizar los recursos
Prácticamente el 80% del gasto de agua y energía que se consume durante todo el ciclo de vida de un edificio, desde el momento de la construcción hasta el derribo, tiene lugar como consecuencia del uso de que es objeto. El suministro de agua, gas y electricidad nos es indispensable para desarrollar nuestra actividad diaria. Ahora bien, las necesidades de estos recursos se incrementan cada vez más debido a la incorporación de innumerables aparatos que nos hacen la vida más cómoda y confortable, pero que disparan los consumos. Es tan fácil apretar botones o abrir grifos para tener lo que nos es preciso que nos olvidamos de la verdadera importancia de disponer en casa de estos suministros y, desgraciadamente, ¡los malgastamos!.
Por otra parte, el hecho de mantener nuestro edificio en forma, efectuando un mantenimiento periódico de las instalaciones y revisando los elementos constructivos con tal de prevenir desperfectos, completará el uso sostenible y lo hará más eficiente.
Debemos ser conscientes de que es más eficaz hacer un uso responsable en un edificio convencional, que un mal uso en un edificio construido con muchas medidas de ahorro energético y agua.
El agua
El bien más preciado de que disponemos es, desgraciadamente, malgastado. Necesitamos el agua para cocinar, para lavarnos, para beberla... Hacer un uso consciente es la mejor y única herramienta para reducir el despilfarro. Si cada vez que vemos como mana el agua nos paramos a pensar la cantidad que se va por las cloacas sin haber sido aprovechada, con toda seguridad que cerraremos el grifo.
Igualmente, muchos de los electrodomésticos requieren agua para funcionar de manera que un uso correcto de estos aparatos (programas de lavar ahorradores, cargas completas, etc.) también nos ayudará a aprovechar al máximo el agua.
Algunas medidas muy eficaces son la colocación de reductores de caudal y aireadores en los grifos y cisternas de los váteres, la reutilización de las aguas grises para llenar las cisternas del váter y el uso de aguas pluviales para regar con sistemas de goteo.
Consumo energético
La energía nos es indispensable para el uso del edificio, para el funcionamiento de aparatos eléctricos, para el alumbrado, para la calefacción y el aire acondicionado...
Casi toda esta energía proviene de fuentes no renovables, por lo que es fundamental hacer también un uso controlado. Evitar las luces y aparatos encendidos innecesariamente, controlar las temperaturas de servicio del agua, la calefacción y el aire acondicionado con programadores y termostatos, cambiar las bombillas de incandescencia por las de bajo consumo instalando, además, sistemas de regulación y control de luz y aislar las cañerías de agua caliente son algunas de las medidas que tenemos al alcance para reducir el consumo energético y conseguir un ahorro económico. Otras prácticas habituales como la ventilación diaria nos proporcionarán aire saludable y un mejor confort.
Temperaturas recomendadas
Uso de los aparatos domésticos
En lo que concierne a los numerosos aparatos que hemos incorporado a nuestra cotidianidad, podemos hacer mucho para que funcionen más eficientemente. Hay un aspecto fundamental que tenemos que considerar: el uso que hacemos, ya que si los utilizamos de manera correcta, podemos ahorrar energía, agua y dinero. Utilizar a pleno rendimiento la lavadora, la secadora y el lavavajillas, acumular ropa para planchar, aprovechar el horno para cocinar más de un plato a la vez y evitar las puertas abiertas de neveras y hornos son hábitos diarios para optimizar los recursos.
El mantenimiento
Todos los días tenemos más cuidado de nuestro cuerpo y pensamos a menudo en hacer una dieta sana o practicar el ejercicio. En cambio, con el tiempo hemos ido perdiendo la costumbre de mantener y reparar todo aquello que nos rodea. Frigoríficos, televisores, lavadoras, etc., son sustituidos habitualmente por otros de más modernos antes de que sea necesario o, a veces, por razón de no haber llevado a cabo un mantenimiento cuidadoso. En lo que concierne al edificio, canjearlo no es tan fácil, y por ello es muy importante recuperar el concepto del mantenimiento. La revisión de los diferentes elementos constructivos, de las instalaciones y de los aparatos domésticos para que estén en buen estado nos permitirá no sólo obtener las prestaciones que les pidamos, sino también alargar su vida útil. Finalmente, en el momento de hacer reformas, es muy importante reforzar el aislamiento de aquellos puntos que lo necesiten y no olvidar de eliminar los puentes térmicos a fin de evitar humedades por condensación.
Los residuos y el reciclaje
La tercera parte de este capítulo está dedicada a todo aquello que tiramos. Los datos objetivos son terribles en este sentido, ya que, a modo de ejemplo, la producción de desperdicios domésticos en Catalunya es de un promedio de 1,5 kg por persona y día. Eso supone más de ½ tonelada al año por cada uno de nosotros (si somos cuatro en la familia, dos toneladas de residuos al año). Si se acumulasen todos los residuos que se producen en un solo día en Catalunya, podríamos llenar una isla del Ensanche (Barcelona), de 5 plantas de altura. Con un año, podríamos hacer crecer la ciudad de Barcelona con 36 islas de una altura igual al del Hotel Arts.
La primera medida que podemos aplicar para parar el crecimiento desmesurado de todos estos residuos seria reducir la producción que hacemos, evitando comprar alimentos sobreenvasados; rechazando las bandejas de corcho; eligiendo envases rellenables; cuando necesitemos productos que inevitablemente van envasados, escogiendo los de dimensiones más grandes; comprando a granel; adquiriendo productos locales sin envase; yendo a comprar con la cesta...Se trata de utilizar todo tipo de estrategias para reducir el volumen desmesurado de envases, que llega al 70% de los residuos domésticos.
En segundo lugar, y fundamental, es preciso reciclar. La mejor manera de lograrlo es no comprar productos tóxicos o que estén fabricados con materiales peligrosos y participar activamente en la recogida selectiva de basura que hacen los municipios. Separar los diferentes residuos hace posible, por una parte, que no contaminemos las aguas y, de la otra, que los podamos incorporar a los procesos de reciclado y transformación para volver a darles servicio.
La última medida y no menos importante, es reutilizar todo aquello que aún tenga un uso posible, lo podemos volver a usar nosotros mismos o cederlo al uso de otras personas: ropa, juguetes, muebles, o aparatos domésticos que se puedan reparar... Antes de tirar nada, debemos pensar si aún se puede utilizar.
Los residuos se agrupan en las familias siguientes:
- Orgánicos: Son los restos de comida, plantas, los tapones de corcho, las servilletas de papel usadas, serrín de madera natural (sin tratar con pinturas, aceites o varnices). No lo son los restos del tabaco, compresas y pañales, lápiz y bolígrafos, suciedad de barrer. ¿Qué hacemos? Podemos hacer compostaje, o llevarlos a los contenedores de recogida selectiva orgánica (naranjas) con bolsas biodegradables homologadas.
- Plásticos, brics, latas: Son todos los envases ligeros y las bolsas fabricadas con estos materiales. No se pueden mezclar con los envases que hayan contenido productos tóxicos, como por ejemplo pinturas, o productos químicos con el fin de no contaminarlos; tampoco no se pueden mezclar con los restos informáticos que contengan tinta, ni con los aparatos domésticos. ¿Qué hacemos? Llevarlos a los contenedores de recogida selectiva de plásticos, brics y latas (amarillos).
- Vidrio: Todos los envases de vidrio. No debemos incluir los tapones, ni los espejos, las lunetas armadas, las bombillas o fluorescentes, los botes de medicinas o la cerámica. ¿Qué hacemos? Llevarlos a los contenedores de recogida selectiva de vidrio (verdes).
- Papel y cartón: Todo menos las servilletas de papel usadas. ¿Qué hacemos? Llevarlos a los contenedores de recogida selectiva de papel y cartón (azules).
- Peligrosos o especiales: Las pilas, los cartuchos de tinta, los restos de aceites, los fluorescentes, las pinturas y los disolventes, los aerosoles, los medicamentos.
¿Qué hacemos? Llevarlos a los establecimientos donde los hemos comprado, o al punto verde que tengamos más cerca.
Distintivos de toxicidad
Tóxico | |
Peligroso para el medio ambiente | |
Nocivo e irritante | |
Inflamable | |
Explosivo | |
Corrosivo | |
Comburente |
- Diversos: Los muebles, la ropa, los zapatos, los juguetes, los aparatos domésticos. ¿Qué hacemos? Dirigirnos a ONG reconocidas que los entregarán a gente que los necesite.
La conclusión de todo cuanto hemos expuesto es clara: debemos ser responsables con los desperdicios, porque es preciso dejar de ensuciar el planeta.